lunes, 26 de octubre de 2015

20 minutos de escritura: tiempo


-Señorita, un vaso con agua por favor – asintió y dio media vuelta. Miré el reloj, se hacía tarde. Recordé que tenía sed. Me levanté y caminé a la cocina, tomé un vaso. Estaba ella parada junto a mi, emanando lágrimas.

-¿Cómo lo pudiste olvidar? - reclamó con la mirada rota en tristeza. Palidecí, abrí los ojos como dos grandes platos, mi boca se secó.

-Perdona, no se lo que...

-Aquí está su agua -me acercó un vaso lleno.

-Alejandra por favor: perdóname. No quise – dio media vuelta -¡Alejandra! - la desesperación desgarró mi espíritu.

-¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo? - estaba atónito. Durante meses habíamos lo habíamos planeado y yo lo había estropeado ¿qué habría sido más importante para dejarlo todo de lado?

-Necesito hablar con ella -giré la cabeza hacia la señorita, me temblaba la mandíbula.

-¿con quién?

-Con Alejandra

-¿Con quién?

No lo podía creer.

-Con Alejandra, por favor

Dejé el vaso sobre la mesa, lo sentía pesado. Me detuve y bajé la cabeza. Miré por la puerta.

Ella cruzó y la puerta selló su salida.

-Aquí está su agua.

-Tengo sed.

-Aquí está su agua.

-¡Con Alejandra maldita sea!

Me sentí cansado. Quería levantarme, mi boca estaba seca ¡Ah! Cómo me duele el cuerpo. Espero que no olvide mi vaso.

Abrí la puerta, la busqué con la mirada, al encontrarme con su ausencia, miré hacia el otro.

-¿Adónde vas?

-Debo hablar con ella.

-¿Con quién?

El vaso se encontraba vacío, lo dejé en el fregadero.

-Señorita ¿cuánto más tardará con mi agua? Estoy sediento.

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