miércoles, 14 de octubre de 2015

20 minutos de escritura: perrito

Perrito llegó una mañana a la casa. Era una adoración con una suave y tibia cubierta de pelos y saliva; en sus ojos podría encontrarse la esencia de la lindura y sus patitas asemejaban a las del bebe más tierno del mundo. Le pusieron corazón debido a una mancha que rodeaba su ojo izquierdo de forma <3.

-No, corazón no dormirá en el patio. Es pequeño y afuera hace frío ¡pobrecito! Ya que sea grande podrá dormir en el patio.

Así pasó las primeras semanas, durmiendo sobre los sillones

-¡Ay, tan lindo queriendo subir a los sillones.- subía sus patas delanteras y asomaba su lengua roja como la sangre

Al perrito le dio hambre

-Tan chiquito ¡cómo vas a comer croquetas! - y tiraba de la mesa pequeños pedazos de carne, galletas, pan, chocolate, y todo tipo de delicias que le hacían brillar los ojos de felicidad.

Terminó la primavera, y el cambio de estación fue acompañado con el molestar de las encías. El perrito cogía cualquier cosa que encontrara con sus patitas y se las metía por pequeños pedazos en su boquita

-¡Corazoncito! eres un pilluelo - pellizcando su cachete, a lo que él contestaba con un intento de tomar la mano con la boca y una pata - Mira nada más: queriendo comerte algo más grande que tú - y la dicha explotaba en sonrisa, un rostro sonrojado y el perrito levantado en brazos para llevárselo al pecho.

El verano estaba por terminar y Corazón pelechaba, los sillones, cobijas y ropa estaban recubiertos de pelo

-¡Corazón: no te andes subiendo a los sillones que llenas de pelo!

Sacaba la lengua, más larga y oscura y se aventaba a los brazos.

-¡Canijo gigantón! ¡cuidado que me tiras! - entre carcajadas de alegría

Por las noches resultaba imposible tentarse el alma

-Pero si allá tienes tu comida. No me mires que no te voy a dar. Bueno pero una y ya ¿entiendes? -y el perro, cuya mancha alrededor del ojo ya parecía más una O cenaba tres sándwich de mermelada.

Cuando llegaban las visitas Corazón les saltaba, sacaba la lengua, recorría toda la habitación brincando sobre lo que hubiera, daba vueltas, adoptaba posición de acecho, ladraba y volvía a saltar.

-Pero qué perro tan juguetón ¡es tan lindo! - le acariciaban la cabeza.

Poco antes del otoño, perrito ya era perro y sus necesidades despertaron. Sus rasgos se endurecieron; quería jugar más; escarbaba los cojines; corría por la casa chocando con los floreros e incomodaba a las visitas  y de aquél néctar de lindura sólo quedaba el nombre.

Con los sillones destrozados ya no había donde sentarse, con su cara de miserable y estómago sin fondo era imposible cenar; de los zapatos, sólo quedaban dos pares agujerados; no había prenda sin cubierta de pelos y hacía tiempo que no se decoraba la casa con flores. Fue una decisión fácil: El animal debía dormir en el patio.


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